miércoles, 29 de julio de 2009

El hipertexto como espacio dinámico

No todos los sistemas de hipertexto actuales incluyen la democratizante y crucial característica de permitir al lector contribuir al texto. En el caso de que lo permita, las funciones de lector se funden con las de escritor y la división entre ambos se va disipando. La particular importancia de la textualidad en red, es decir de la textualidad escrita, almacenada y leída en una red informática, se manifiesta cuando la tecnología convierte a los lectores en lectores-escritores o "lectoautores", ya que cualquier contribución o cambio introducido por un lector, pronto se encuentra al alcance de los demás lectores (webblog).
Una de las notas características, tanto de los defensores como de los detractores del hipertexto, es considerarlo subordinado a la técnica que lo posibilita. Se afirma que “en la red electrónica el espacio –dónde uno está y dónde se localiza el texto– se convierte cada vez más en algo irrelevante” (Gaggi ). En esa afirmación se muestra la facilidad con que un texto en la red puede ser capturado por personas en cualquier lugar del mundo y que el hipertexto a su vez puede estar alojado en un servidor localizado en cualquier parte. En realidad ha cambiado la facilidad y la rapidez con que tenemos acceso a un texto. También el libro impreso se puede enviar de uno a otro continente, y la imprenta que lo produjo y el lugar de residencia del autor son, en este sentido, igualmente secundarios. Una vez establecida esta relación con la técnica, es necesario recordar que el hipertexto (como el texto impreso) es producto de un autor, de un contexto, y como tal, localizado y localizable en el espacio y en el tiempo.
Es decir, el hipertexto, como el texto impreso, es también producto de un contexto cultural y, por tanto, posee igualmente implicaciones espacio-temporales.
… “En ese espacio [espacio virtual] no hay ejes claros ni direcciones establecidas, no hay puntos que desvanezcan para ayudar al lector a posicionarse” Hay que mencionar que en las culturas basadas en la transmisión oral, el “espacio” del “texto” era dinámico pero la escritura y sobre todo la imprenta trajeron consigo la apariencia de la estabilidad del texto (real en cuanto a la inmutabilidad de los signos impresos). Poco a poco, la estabilidad del signo escrito se vino a interpretar como estabilidad de texto en cuanto a su “mensaje”. Lo que el discurso de la posmodernidad proclama con su concepto de un “texto dinámico” es, un lector activo. El texto se actualiza con la lectura y cada lectura es única, y responde a la individualidad del cada lector. Se crea así, la necesidad de un nuevo espacio, pero de un espacio potencialmente dinámico. Este es el espacio que viene a ocupar el hipertexto que se construye como un nuevo espacio. Como una recuperación de la oralidad. El hipertexto surge aquí como una respuesta a una problemática intelectual que caracteriza el proceso de la cultura.
La naturaleza es en el hipertexto holista ideal: todas sus partes se encuentran enlazadas en una relación que nunca es caótica. Todas sus partes se incorporan también en un proceso dinámico explicable desde nuestro propio devenir como seres igualmente en constante transformación. Cada parte puede constituirse en el centro y comienzo del viaje, este es el espacio dinámico, holístico, ideal del hipertexto.
“A diferencia de la fijación espacial del texto reproducido a través de la tecnología del libro, el texto electrónico siempre tiene variación, pues ninguna presentación ni versión es nunca final. Comparado a un texto impreso, uno en forma electrónica parece relativamente dinámico, puesto que siempre permite corrección, actualización, y modificaciones semejantes En los enlaces, el hipertexto añade una segunda forma fundamental de variación, dispersando o atomizando más todavía el texto”.
Esta afirmación que caracteriza a la posmodernidad, se construye desde la perspectiva del texto. Por ello se habla de dispersión y atomización; los términos que usa, como “corrección”, “actualización” o “modificación”, provienen de la deconstrucción que el discurso de la posmodernidad hace de la modernidad.

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